Por Felipe Delgado
Imagine a Ananda, un país ficticio, en cuya capital ficticia se ha instaurado un nuevo sistema de transporte público, también ficticio, el cual, sin embargo, ha experimentado inconvenientes reales en su puesta en marcha. Argumentos diversos se han escuchado últimamente de los políticos anandienses sobre las posibles soluciones. Una, si no la más recurrente, tiene relación con la falta de implementación de un sistema de control de flota sobre la red, ausencia que ha provocado, entre otras cosas, largos periodos durante los cuales ningún bus pasa por un paradero, seguido por otro donde un verdadero tren de buses del mismo recorrido pasa uno detrás de otro, aumentando el tiempo de espera de los ciudadanos y su descontento.
El pensar que el sistema de control de flota puede mejorar este aspecto no deja de ser correcto, pero debe ser llevado a cabo en conjunto con otras medidas como son los corredores segregados. Éstos no sólo mejoran la velocidad de los buses, lo que implica por consiguiente un menor tiempo de viaje, sino que además permiten reducir la variabilidad de estos tiempos, debido fundamentalmente a que al compartir los buses la infraestructura con los automóviles se producen eventos como la congestión, fenómeno creciente en la capital de Ananda, que producen variaciones en los tiempos de viaje de los buses en una magnitud que dependerá del grado de congestión presente. Si por el contrario los buses viajaran por vías exclusivas para éstos, los tiempos de viaje serían prácticamente constantes para un mismo trayecto.
¿Dónde está entonces la relación entre el sistema de control de flota y los corredores segregados?
La relación resulta ser más sencilla de lo que se presume. Un sistema de control de flota pretende establecer ciertas acciones que permitan controlar el sistema de forma tal de poder mantener el tiempo entre buses lo más homogéneo posible, para lo cual resulta necesario tener cierta noción de los tiempos de viaje que experimenta un bus en recorrer determinado trayecto. Si dicha información no es confiable o presenta fuertes variaciones entre distintos días o horas, es probable que cualquier acción que se tome en pos de beneficiar al sistema, lejos de ayudarlo lo empeore aún más. ¿Cómo así? Supongamos que sobre las calles de esta capital ficticia operan tres buses 1, 2 y 3 separados el primero del segundo por 5 minutos que corresponde al intervalo óptimo de diseño, mientras que el 2 con el 3 por un tiempo de 8 minutos, es decir el tercer bus se encuentra atrasado. Resulta lógico pensar que el bus que viene atrás deba realizar alguna acción para reducir estos 3 minutos de diferencia, como por ejemplo saltarse ciertas paradas o aumentar su velocidad. Supongamos ahora que en un día normal el saltarse cierto número de paraderos permite al bus ahorrar los 3 minutos requeridos con lo cual lograría volver a los 5 minutos de diseño. Por otro lado pensemos que delante del bus 2 existen condiciones de tráfico que hacen que éste se demore 3 minutos más de lo normal en el trayecto. Luego si se toma la acción de saltar paraderos, la distancia entre estos 2 buses ya no será los 5 minutos deseados sino 2 minutos y los buses se encontrarían ahora demasiado cerca uno de otro y nuevamente habría que tomar alguna acción para remediar esto. Si las condiciones de tráfico son muy variables, este proceso se repite indefinidamente sin nunca poder llegar al objetivo deseado llegándose a un sistema caótico aún cuando se cuente con un sistema de control de flota.
Si por el contrario existiesen vías exclusivas para buses esta variabilidad no existiría y las decisiones que tome el control de flota si beneficiaría la operación general del sistema.
Resulta imprescindible por tanto poder implementar un sistema de gestión de flota, pero resulta más esencial aún el poder hacerlo en conjunto con otras políticas como los corredores segregados, la cual resulta ser más impopular, sobre todo para los automovilistas anandienses, pero que en definitiva apuntan a una solución común y definitiva a los problemas observados a la fecha.
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