Imagine que usted y su familia visitan Fantasilandia y se dirigen a la Montaña Rusa. Usted observa desde lejos que la fila para subirse es muy larga. También observa que cada carro que sube y baja por los rieles contiene cuatro asientos, pero que éstos están poco utilizados. Usted y su familia hacen la larga espera y al llegar al momento de subirse usted observa con estupor que las personas pueden escoger si subirse solos o en grupo a cada carro.
¡Qué mala forma de usar la limitada capacidad de la Montaña Rusa! Esto solo tendría sentido en días de muy baja afluencia, pero en presencia de colas severas se debiera fomentar que la gente se suba en grupos de 3 ó 4 a cada carro. Esa exigencia permitiría que la cola fuera una pequeña fracción de la que usted observa. Cuando menos se debiera dar prioridad a quienes optan por compartir su carro. Usted se da cuenta que usted no percibe ningún incentivo para optar por subir solo o en grupo. Cada miembro de su familia podría subirse a un carro individual...
Es impresionante comprobar que un organismo privado y preocupado de su propio bienestar como Fantasilandia evidentemente no opera del modo descrito, sin embargo nuestro sistema vial urbano preocupado del bienestar social sí lo hace.
A pesar de que hay una capacidad vial limitada y escasa, frecuentemente se observa que buses de 80 o hasta 160 pasajeros deben esperar a que autos con uno o dos pasajeros les cedan espacio; al llegar a una esquina o al virar la presencia de autos repetidamente impide que buses transiten con prioridad. Los automovilistas a menudo parecemos considerar que tenemos el mismo derecho al uso de la vía. Personalmente, esta supuesta equivalencia entre buses y autos me resulta todavía más inequitativa cuando uno recuerda la evidente diferencia socioeconómica entre los usuarios de ambos grupos.
Queremos una ciudad vivible en que se use eficientemente el espacio vial. Para ello resulta fundamental que las autoridades insistan en políticas de prioridad para buses en la vía. Los automovilistas debemos comprender que es necesario ceder espacio a buses; que impedir el avance de un bus es tan vergonzoso (o mucho más) que exigir subirse solo a un carro de la montaña rusa cuando hay mucha gente esperando por un asiento. Los buses debieran contar en su parte trasera con un gran signo “Ceda el Paso” que los automovilistas debiéramos respetar.
Esto es especialmente importante porque el creciente ingreso per capita en la ciudad aumenta fuertemente el número de automóviles y también el de viajes diarios per cápita. Es decir la congestión irá in crecendo a menos que se tomen decididas acciones para promover el uso del transporte público y desincentivar el uso de los autos especialmente en periodos y lugares de alta congestión. Tarificación vial, vías segregadas para buses, subsidios a la tarifa de transporte público (focalizada en los usuarios más pobres) son medidas de gran urgencia.
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